¿Hacia dónde
vamos?, ¿Cuáles son los caminos por recorrer?, ¿Cuál es nuestro destino final?,
¿Qué pasará mañana?…Todas estas son interrogantes válidas, inherentes al ser
humano; sin embargo, tan menudo dejamos que estos cuestionamientos
existenciales nos absorban y entonces la vida se nos escapa, el presente se nos
escurre, y así las pequeñas alegrías y las experiencias del ahora tristemente
resultan invisibles.
Cuan a menudo
nos enterramos vivos en pensamientos abrumadores y nos olvidamos de valorar
aquello tan obvio y tan simple pero al mismo tiempo tan vigente y
extraordinario; como por ejemplo, el aire que nos permite vivir cada vez que
entra en nuestro cuerpo, la inmensa belleza gratuita de los atardeceres, las
hermosas flores al paso, los susurros de la noche y sus estrellas, la voz de un
ser amado, la compañía incondicional de un animalito.
Ya basta, no
permitamos que nuestras horas se marchen sin haberlas abrazado; hagamos que las
preocupaciones de los “hacia dónde vamos” se conviertan en las alegrías de los
“donde estamos ahora”. Todo es cuestión de decidir vivir el día de hoy. Es una
elección personal y es tuya, nadie puede hacerla por ti.
